Obedezcan a sus pastores
- Charlie Caraballo
- hace 5 días
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Hebreos 13:17 Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.
Introducción: La raíz de la desobediencia y el espíritu de rebeldía
Desde los inicios de la historia bíblica, la desobediencia ha sido una constante. La caída del ser humano en Génesis 3 se origina precisamente por la desconfianza hacia la autoridad de Dios. Dietrich Bonhoeffer, teólogo alemán y mártir del siglo XX, escribió: “La obediencia sin demora es la única respuesta verdadera a la Palabra de Dios.” Sin embargo, cuando la obediencia se sustituye por sospecha, orgullo o autosuficiencia, nace la rebeldía.
En el Antiguo Testamento, la desobediencia al liderazgo espiritual condujo a graves consecuencias. Coré se rebeló contra Moisés (Números 16), no por injusticia del líder, sino por una ambición disfrazada de espiritualidad. En el Nuevo Testamento, Judas Iscariote, aunque caminó con el Maestro, nunca obedeció de corazón. La desobediencia a los líderes piadosos suele revelar un problema más profundo: la desconfianza hacia la autoridad espiritual como medio del cuidado divino.
El autor de Hebreos, entonces, no habla desde una perspectiva autoritaria, sino pastoral. Cuando dice: “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos” (Hebreos 13:17), no está promoviendo una obediencia ciega ni sumisión servil, sino una obediencia persuasiva, fruto de una relación donde el pastor persuade con su vida, y el creyente responde con confianza.
Carácter: El pastor que inspira obediencia por lo que es
La palabra griega traducida como “obedeced” es peithesthe, del verbo peithō, que significa “ser persuadido, confiar”. Este término implica que la obediencia no surge por coerción, sino por la confianza que el líder inspira. No hay verdadera obediencia sin credibilidad.
El carácter del pastor es su primera carta de presentación. Pablo dijo a Timoteo que el obispo debe ser “irreprensible, sobrio, decoroso, hospedador, apto para enseñar…” (1 Timoteo 3:2). El carácter se forja en lo oculto y se revela en lo cotidiano. Cuando el pastor vive lo que predica, su vida se convierte en una exhortación silenciosa pero poderosa.
Un creyente obedece a su pastor no porque sea perfecto, sino porque en su carácter encuentra una coherencia entre fe y conducta. La persuasión del pastor empieza con su integridad.

Testimonio: El poder de una vida vivida delante de los hombres
El testimonio es el reflejo público del carácter. Mientras el carácter habla de lo que somos cuando nadie nos ve, el testimonio es lo que los demás ven cuando vivimos nuestra fe en comunidad. Un pastor persuade no solo con su palabra, sino con su caminar.
Pedro exhorta a los ancianos a pastorear “no como teniendo señorío… sino siendo ejemplos del rebaño” (1 Pedro 5:3). El testimonio del líder es una luz que guía, no una carga que oprime. Cuando el pueblo ve al pastor amar, servir, perdonar y sacrificarse, se siente inspirado a imitar esa fe (Hebreos 13:7). La obediencia del pueblo entonces no es forzada, sino voluntaria: nace al ver el ejemplo de una vida auténtica. Como decía Charles Spurgeon: “El ministerio más poderoso no es el que grita desde el púlpito, sino el que vive el evangelio entre su gente.”
Responsabilidad delante de Dios: Pastores que velan por el alma
El texto de Hebreos 13:17 completa su exhortación con una frase solemne: “porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta.” Aquí se revela el peso del ministerio pastoral: los pastores no son amos del rebaño, son siervos que deben rendir cuentas a Dios por cada oveja.
La palabra griega para “velar” es agrupnousin, que significa literalmente “permanecer sin dormir”. Es una imagen poderosa del cuidado constante, sacrificial y atento del pastor. Su responsabilidad no es organizativa, sino espiritual.
El creyente que comprende esta dimensión responde con obediencia no por obligación, sino por entendimiento espiritual: su pastor no está allí para dominarlo, sino para protegerlo, corregirlo y guiarlo, con temor de Dios.
Hebreos 13:17 no es una exhortación al autoritarismo. La obediencia que promueve es relacional, fundada en tres pilares:
El carácter que inspira confianza.
El testimonio que respalda el mensaje.
La responsabilidad espiritual que recuerda que el liderazgo es una carga sagrada.
Semánticamente, “obedecer” en este pasaje no significa “cumplir órdenes”, sino dejarse persuadir con humildad por quien ha sido llamado a velar por tu alma. Exegéticamente, el texto no permite justificar abusos de poder; al contrario, llama al pueblo a reconocer el valor de un liderazgo santo y a los pastores a vivir con temor reverente ante Dios.
La Iglesia madura cuando el liderazgo y la congregación caminan en confianza mutua. Obedecer a los pastores no es perder autonomía, es reconocer que Dios, en su sabiduría, ha establecido autoridades espirituales para nuestro crecimiento. Y los pastores deben saber que su mayor herramienta de liderazgo no es la autoridad, sino la santidad.
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