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La Iglesia y la Inteligencia Artificial


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El auge de la inteligencia artificial (IA) en ámbitos eclesiales plantea profundas preguntas sobre cómo debe la Iglesia afrontar estas herramientas. ¿Pueden las IA cooperar con la vida espiritual, el estudio bíblico y la proclamación del Evangelio, o se interponen como sustitutos peligrosos?


“Ni tecnofilia ni rechazo radical, sino discernimiento bíblico y prudencia pastoral” es la propuesta de Patrick Miller, Pastor en The Crossing, Columbia, Missouri. Esta postura con crítica objetiva es la que nos podría llevar a un sano uso de las IA. Tanto la tecnofilia como la tecnofobia son posturas acríticas, que podrían llevarnos a repetir la historia. Las oportunidades desperdiciadas en el pasado con los antiguos medios de comunicación por el miedo a la novedad, es un extremo que deberíamos evitar. 


Hay una realidad en la que ya estábamos antes de esta revolución: la dependencia de la tecnología. Esto ha sido progresivo e imperceptible para la mayoría de nosotros, aunque afortunadamente, algunos eventos agridulces nos abren los ojos. El lunes 28 de abril hubo un apagón en la Península Ibérica, en la que España, Andorra, Portugal y Francia fueron afectados. Ese día, al entrar a mis redes, pensé que había ocurrido alguna catástrofe en España, ya que los creadores de contenido que sigo de ese país, se mostraban desquiciados como si del fin del mundo se tratase. Los más afectados por el apagón estuvieron algunas trece horas sin electricidad, lo cual fue suficiente para desatar un caos. 


Nuestra dependencia de la tecnología no solo es alarmante hoy, sino que con el auge de las IA se perfila que vayamos a algo mayor. Las IA no solo se presentan como herramientas de uso, también abordan el aspecto relacional. Ya Jonathan Haidt, de manera empírica, decía que, la generación criada con acceso a las redes sociales es la más ansiosa (La Generación Ansiosa, 2024), y con el deterioro de salud la mental en aumento, lo presente podría ser solo la punta del iceberg con la dependencia de las IA. 


La Iglesia no puede quedar fuera de esta conversación, porque esto nos afectará, pero aún estamos a tiempo de decidir cómo lo hará. Esta no es la primera revolución que transforma la sociedad que enfrenta la Iglesia, teniendo siempre pros y contras. La imprenta facilitó la difusión de la Biblia y la Reforma, aunque también trajo divisiones. La revolución industrial impulsó ministerios urbanos, pero también trajo secularización. La revolución científica generó tensiones entre fe y razón, pero algunos cristianos vieron en ella una forma de glorificar a Dios. La Ilustración impulsó el racionalismo y el secularismo, desafiando la autoridad bíblica. Con la radio, televisión e internet, la Iglesia encontró nuevas vías para evangelizar, pero también enfrentó el riesgo de superficialidad y distorsión del mensaje. 


Hoy no será distinto, tendremos que encontrar en el uso de la Inteligencia Artificial la forma de glorificar a Dios, como debemos hacerlo con todo en nuestra vida. En palabras del Pastor Patrick Miller, “Ni tecnofilia ni rechazo radical, sino discernimiento bíblico y prudencia pastoral”. 



Discernimiento y prudencia

El uso de la IA como herramienta para el cristiano, requiere una clara dependencia del Espíritu Santo y un entendimiento de que no puede sustituir la enseñanza ni la adoración genuina. Recientemente se viralizó un video del Pastor John Piper en el que dice (de manera parafraseada) que “las máquinas (IA) pueden tener mejores palabras que los seres humanos, pero no pueden sentir, apreciar y vivir la gracia de Cristo”. El ser humano, creado a imagen de Dios, posee dones como la creatividad, el pensamiento crítico y la adoración que no pueden ser replicados por máquinas. La IA solo puede servir como apoyo, no como sustituto de nuestro llamado espiritual. 


No podríamos negar que las IA pueden ayudar en la exégesis básica y brindar ilustraciones o ideas para un sermón, en especial cuando se usa como buscador; pero no deben reemplazar la preparación doctrinal y pastoral para la que el Espíritu capacita. Al día de hoy es infinitamente más confiable un libro, físico o digital, cuyas fuentes puedan ser comprobadas, pero también es mucho más accesible una IA. El peligro está en delegar a una IA la preparación espiritual, porque la verdadera adoración del ser humano se fundamenta en la gratitud del corazón regenerado por Cristo.


Por otra parte, antes, una traducción completa de la Biblia tomaba décadas y más de un millón de dólares; con IA puede completarse en unos cuatro años por una fracción del costo. Bite project publicó un artículo el 11 de Junio del 2024, titulado: La inteligencia artificial está transformando la traducción de la Biblia a todos los idiomas. Adjunto un extracto del mismo:


De acuerdo con el ministerio Progress Bible, hay en la actualidad 7396 idiomas en el mundo, de los cuales solo 744 (aproximadamente el 10 %) tienen una traducción de la Biblia completa, y solo 3700 tienen alguna porción de la Escritura –desde alguna historia hasta algún libro del canon–. En otras palabras, el 90 % de los idiomas no tienen el consejo de Dios completo en sus idiomas, y el 50 % no tienen ni siquiera una historia bíblica. Nuestra experiencia occidental de contar con decenas de traducciones para escoger en inglés y español no tiene nada que ver con lo que pasa en la mayoría del mundo. Pero la reciente aparición de las herramientas de IA ha cambiado el panorama: alcanzar la traducción a todas las lenguas ya no parece una tarea tan lejana.



La IA podría facilitar traducir Biblias a idiomas minoritarios, acelerando la obra misionera. Podría brindar asistentes virtuales o planes devocionales personalizados que puedan acompañar la vida espiritual sin reemplazar el discipulado humano y presencial. Siempre sirviendo como un apoyo, no como un sustituto. Patrick Miller dice que usar IA como sustituto de los dones de aprendizaje y escritura, roba el crecimiento personal y ministerial. 


Dios obra a través de medios humanos: nuestra responsabilidad es usar esas herramientas con sabiduría y con el fin de glorificar a Dios. No abracemos la IA como autor espiritual, ni la rechacemos como algo malo en sí, sino que la valoremos como herramienta de apoyo. Si se usa con discernimiento y prudencia, la IA puede potenciar el estudio bíblico, acelerar traducciones y expandir el Evangelio sin comprometer la adoración genuina ni la ortodoxia. Pero cuidémonos de que apoyándonos en las IA no caigamos en superficialidad espiritual.


Bibliografía

° Nicholas Carr. Superficiales. Penguin Random House Grupo Editorial. Primera edición en Debolsillo. 2018.

° Jonathan Heidt. La Generación Ansiosa. 2024.

° Bite project: La inteligencia artificial está transformando la traducción de la Biblia a todos los idiomas.

° Coalición por el Evangelio: ¿Debemos abrazar o sacar la inteligencia artificial en las iglesias?

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