El Duelo en Tiempos Festivos: Una Llamada al Ministerio Pastoral
- Charlie Caraballo
- 2 ene
- 3 Min. de lectura

Estudios psicológicos muestran que las fechas importantes, como Navidad y aniversarios, suelen reactivar el dolor del duelo, fenómeno conocido como “resurgimiento del duelo”. En estas épocas, mientras muchos celebran con gozo, otros enfrentan su mayor tristeza, recordando la ausencia de sus seres queridos. La iglesia enfrenta el desafío de acompañar a los quebrantados de corazón, equilibrando el gozo de la temporada con compasión hacia quienes sufren.
"El Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los de espíritu abatido.” (Salmo 34:18).
Una Temporada de Luz y Sombra
El duelo no se detiene durante las festividades; de hecho, puede intensificarse:
1. Ausencia dolorosa: Las festividades suelen acentuar el vacío dejado por un ser querido. La imagen de una silla vacía en la mesa familiar puede convertirse en un recordatorio constante del dolor.
2. Aislamiento: Muchos dolientes se sienten desconectados en una época diseñada para la comunidad, luchando con el contraste entre su pérdida y la alegría generalizada.
En estos momentos, el duelo no solo afecta las emociones, sino también el espíritu, generando:
• Dolor y desconexión de la fe.
• Ansiedad, culpa y pérdida de esperanza.
• Una sensación de pérdida de propósito.
Preguntas como “¿Por qué Dios permitió esto?” o “¿Dónde está Dios en mi sufrimiento?” reflejan las luchas profundas que enfrentan muchos dolientes en estos tiempos.
Jesús, Nuestro Modelo Pastoral
En el duelo, Jesús nos ofrece un ejemplo perfecto de empatía y acción.
En Juan 11:33-35, al llorar la muerte de Lázaro, Jesús: Validó el dolor humano, demostrando que no es un signo de debilidad o falta de fe. Combinó compasión con acción, devolviendo la vida a Lázaro, mostrando que en Cristo siempre hay esperanza.
Los ministros estamos llamados a seguir este modelo, acompañando a los dolientes con empatía y acción. Como dijo Henri Nouwen: “El ministro está llamado a ser un testigo vivo del Cristo compasivo.”
La Navidad: Emanuel, Dios con Nosotros
La Navidad no solo celebra el nacimiento de Cristo, sino que nos recuerda que Dios está presente incluso en los momentos más oscuros.
Isaías 9:2: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz.”
La encarnación de Cristo es la respuesta divina al sufrimiento humano. Dios no permaneció distante, sino que, en Cristo, se hizo cercano, solidario y plenamente humano. Esto nos asegura que no estamos solos en nuestro dolor. Como dijo Dietrich Bonhoeffer: “Solo el Dios que sufrió puede ayudar.” Voy a partir desde esta expresión de Bonhoeffer para reflexionar desde el misterio del Dios encarnado, particularmente al Cristo crucificado, como el punto central de la esperanza cristiana para quienes sufren. Dios, al hacerse hombre en Jesucristo, no permaneció distante de la experiencia humana. En Cristo, Dios se identificó con el sufrimiento de la humanidad al punto de tomar sobre sí mismo el peso del pecado y la muerte en la cruz. Esto lo hace un Dios cercano y solidario con quienes sufren, brindando consuelo y esperanza a los quebrantados de corazón. La cruz no solo es símbolo de dolor, sino también de redención, y nos asegura que el sufrimiento no tiene la última palabra.

Cómo Acompañar a los Dolientes
El ministerio pastoral en tiempos de duelo requiere herramientas prácticas y una perspectiva teológica sólida:
1. Proveer consuelo espiritual: Utilizar pasajes como Isaías 61:1-3 para hablar de restauración.
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí… me ha enviado a vendar a los quebrantados de corazón.” (Isaías 61:1).
2. Fomentar comunidad: Crear grupos de apoyo que brinden espacio para el duelo y la esperanza.
3. Reconocer el duelo como proceso: Según Elisabeth Kübler-Ross, el duelo no es lineal y cada persona lo vive de forma única. Los ministros deben respetar este proceso, guiando desde la esperanza en Cristo.
Errores Comunes en el Ministerio acerca del Duelo
Minimizar el dolor: Frases como “Todo pasa por algo” pueden invalidar las emociones del doliente.
Intentar arreglar el sufrimiento: Como dice Brené Brown, el consuelo más profundo viene de “estar presente en el dolor, no arreglarlo.”
Evitar hablar del duelo: Ignorar el tema puede llevar a los dolientes a sentirse aún más aislados.
Y cierro con esto; en tiempos festivos, recordemos que la Navidad es un recordatorio de que Dios camina con nosotros en el valle de sombra. No estamos solos, y la iglesia está llamada a ser un refugio para los quebrantados.
Como dijo Timothy Keller: “El cristianismo no ofrece una explicación completa del sufrimiento, pero sí una solución: un Salvador que sufrió y resucitó para vencerlo.”
Que en esta Navidad podamos modelar el amor, la compasión y la presencia de Cristo, llevando consuelo a los dolientes y recordando la promesa de Emanuel: Dios con nosotros.
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